La fisonomía del pueblo iba cambiando progresivamente. La remodelación de las casas y la construcción de otras nuevas dejaban algo desfasada la fotografía que venía mostrándose en la portada de Cosas Nuestras desde 1982. Bastaría un ejercicio de comparación visual para descubrir las diferencias entre principios y finales de la década, un signo inequívoco de que el alma de El Cubillo seguía latiendo.
Abría la publicación de 1988 una poesía de Mariví Pérez y, a continuación, Amador Muñoz relataba unas interesantísimas vivencias en primera persona sobre la vida en el pueblo durante la guerra y la posguerra. Por su parte, Abel Pérez proponía mediante un pasatiempo la elaboración de un mapa de parajes de El Cubillo que pudiera completar el publicado en la revista de 1981, hecho que no fructificaría hasta una década después.
Contenido
Ocaso
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Mariví Pérez
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Mi vida y mi pueblo
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Amador Muñoz
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Hoy es noche de poetas
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José Antonio Domínguez
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Bajo el chopo desnudo
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José Antonio Domínguez
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Historia para leerla y no creerla
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Raúl Andrés
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Gota de sangre vuela
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Carlos Pla
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A Cuenca
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Carolina Soriano
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Consejo de anciano
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Carolina Soriano
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El fantasma del lavadero
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Xavier Adell
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¿Tercera edad? Un apellido común
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Abel Pérez
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Pasatiempos
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Abel Pérez
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La cruz de tu boca
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José Antonio Domínguez
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Fiestas de 1988
Artemio, el acordeonista fundador de los Diamond, era invitado tradicionalmente a la comida de hermandad y acompañaba a la comitiva con su acordeón durante el pasacalles. Durante unos años grabó algunos de los momentos de las fiestas en video, por ello han podido rescatarse las intervenciones que se realizaron durante la sobremesa de 1988 en el Pósito. En aquella ocasión, además del particular Telediario de Benjamín Andrés presentado por Mariví Pérez, Carlos Díaz recitó una poesía y unos invitados de Mariví (German y ‘El Plumi’) adaptaron para El Cubillo la popular canción de La Cucaracha.
En aquella época Pepito aún tenía su tienda junto al Pósito. Allí se iniciaba el pasacalles, recorriendo las calles del pueblo hasta acabar en la verbena, donde los Diamond daban comienzo a la sesión de tarde. Los músicos no desmontaban sus instrumentos de un día para otro, sino que simplemente los cubrían con plásticos por si amenazaba lluvia. Cuando no había ningún adulto presente, los más jóvenes aprovechaban para subirse al escenario y marcar algunos compases con la batería.
Ese año Javier Adell realizó un pequeño reportaje fotográfico en blanco y negro del pueblo y de algunos de sus familiares; discretas instantáneas que el paso del tiempo se ha encargado de revalorizar y que ahora podréis contemplar y descargar en el siguiente enlace.
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